Santiago es una ciudad de más de dos millones de habitantes. El calor es pesado, en esta ciudad alejada del mar y de sus zonas turísticas.

Me paseo con mi compañera en los barrios desvalido de esta gran ciudad, a los accesos de "Los Reyes" y descubro grandes barrios de las latas llenos de cabañas de chapas y de bosques a veces más pequeños que mi cabaña de jardín en los cuales encuentro a familias enteras que viven a veces en el mismo suelo sin luz. Es verdaderamente terrible comprobar que tales cosas todavía existen a algunas centenas de metros de los barrios ricos. El contraste es violento, inmediato. Los niños pululan y juegan con desperdicios, se paran para ver pasar este raro de turista, soy el solo extranjero que me pasea en la esquina y despierto muy naturalmente la curiosidad ?

Saco a mi último puritos a la vainilla de su caja de cartón en un pequeño callejón cubierto de desechos y hago como todo el mundo, arrugo mi caja de puritos y lo pongo en el arroyo.

Después de algunos metros recorridos, me vuelvo y veo a un pequeño chiquillo de menos de diez años que recogió mi caja de puritos: está comiéndola, probablemente a causa del olor dulce de vainilla que lo impregna. Es intolerable, me acerco despacio, para no darle miedo, entramos en una pequeña tienda de ultramarinos, de hecho un garaje acondicionado, le compramos un bollo que devora glotonamente antes de decirme gracias, su mirada apagada repitió vida, el espacio de un instante.

Habrá otros, estos niños hambrientos o enfermos, de quienes nadie se ocupa, a los que encontraré en el curso de mis paseos. No piden nada, son justo felices de lo que se les da, hasta lo vi que iban a compartir el alimento que me les había consagrado con otros niños, quedados en retirada: probablemente hermanos y hermanas, compañeros de una miseria intolerable.

Nuestra decisión es tomada, no podemos quedarnos sin hacer nada, y hasta si se trata de una gota de agua en este océano de miseria, abriremos un centro de ayuda piojo estos niños. Es así como nació nuestra idea de la asociación Más que Ayer Menos que Mañana. Queremos darles una oportunidad a esos niños de construir un futuro, tener esperanza y sobre todo devolverles su condición humana.

Santiago, abril 2006